lunes, octubre 23, 2006

La chica del peaje.

Por circunstancias que no vienen al caso, cada día tengo que conducir para ir a trabajar. Cincuenta kilómetros por la mañana, cincuenta kilómetros por la tarde. Por autopista, para más señas. Normalmente hago ese viaje con el piloto automático. Pongo la radio, y aún medio dormido, o medio despierto, me hago mi peregrinaje habitual. La misma entrada, la misma autopista, las mismas curvas, los mismos tres túneles, la misma salida, el mismo peaje…

Un día me fijé en una de las chicas que cobran el peaje. No se muy bien por qué, pero me llamó la atención. Me pareció guapa, quizá por su manera de mirar, quizá me resultó conocida, o quizá por su actitud o sus ademanes… difícil de concretar, pero fácil de entender. Ya se sabe, la belleza está en los ojos del que mira.

Por aquello de los turnos, esta chica no siempre está ahí. Más o menos le toca en “mi” salida una semana de cada cuatro. Pero siempre que está, está en la misma caseta, la de la izquierda de todo. Paso por esa caseta casi todos los días, por si acaso. Simplemente, me gusta verla cuando está allí, sin más. Nunca he cruzado con ella más palabras que los correspondientes “buenos días” y “hasta luego”, y quizá alguna media sonrisa cómplice, que, en mi febril imaginación, es, de algún modo, correspondida.

Tengo serias dudas sobre si algún día cambiaré alguna palabra más con ella de los consabidos “buenos días” y “hasta luego”, mi timidez compulsiva dificulta el tema enormemente. En el fondo tiene poca importancia.

Esta mañana estaba de nuevo allí, en el lugar en el que acostumbro a verla una de cada cuatro semanas, más o menos. Cuando le tendí mi tarjeta, por estas cosas de la somnolencia matutina, falló la coordinación y la tarjeta cayó al suelo. Ella salió de la cabina a recogerla, y cuando entró me dijo “¿Tu no querías ticket, verdad?”.

Puede parecer una tontería, pero el saberme reconocido me alegró la mañana.

Es tan sencillo hacerme feliz…

martes, octubre 03, 2006

Sol de invierno

El sol de invierno quita el frio, pero no calienta.
Alivia, pero no cura.
Reconforta, pero no eleva.
Calma, pero no da paz...

Hoy escribo una entrada corta, cortita, al contrario de lo que suelo hacer, para dar las gracias a mi particular sol de invierno.

Por los momentos, las conversaciones, los apoyos, las sonrisas, por llevar tanto tiempo en mi vida... por todo lo que hemos compartido, y lo que seguro compartiremos.

Encontraremos nuestro verano. Tarde o temprano. Cada uno el suyo, o quiza el nuestro, que eso nunca se sabe...

Ya sabes que se te quiere, y como se te quiere. :****